La naturaleza canta al amor

Fotos: Jesmir Varona Socías
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Desandando la historia, conocimos que el próximo 23 de diciembre el Museo Quinta Simoni conmemora aniversario de su declaratoria como Monumento Nacional, la fecha invita a visitar el bello sitio que desde su jardín evoca paz y misterios.

Con tales motivaciones entré por el lateral, atravesé el patio de la fuente y me encontré con una joven apasionada, la especialista Ederlins Dodier, quien me llevó a descubrir todo lo que inspira el romance de Ignacio Agramonte y su Amalia, en la casa donde la joven vivió desde los 6 años hasta desposarse con su amor eterno.

La casona

Según las investigaciones, la casa es la única de su tipo que se conserva en las inmediaciones de la ciudad, es de estilo neoclásico y fue llamada “Tínima” por atravesar el río de igual nombre, en una sección del terreno.

La mansión contó con grandes novedades en su época de esplendor, pues su propietario, el doctor José Ramón Simoni, traía ideas de Europa y las materializaba en casa, así fue dotada de sistema de desagüe para el baño y cocina, plancha metálica sobre el carbón para avivar el calor de las ollas y su amplia terraza, sobrepasa las dimensiones de las tradicionales.

La casa quinta es un singular Museo en la calle General Gómez 608, más allá de su ambientación según la época correspondiente al  siglo XIX, curiosas piezas hablan del pasado y de los primeros dueños. Sobresalen en su diseño los dos patios interiores, típicos de las más añejas viviendas de Puerto Príncipe, con sus tinajones y abundante vegetación.

Las colecciones

En busca de algo que me acercara a la camagüeyana esposa de El Mayor, refinada y sensible, pude llegar a algunos tesoros ocultos en la institución.

Mucho agrada al visitante apreciar el abanico de Amalia, las sillas donde aparece retratada en el patio de la propia casona ya anciana junto a sus nietos y algunas fotografías con su hermana Matilde, pero en esa búsqueda me cautivó la carta fechada de Marzo 23/1914. La misma va dirigida a su hija Herminia y en ella desborda cariño y preocupación por ella y sus nietos viviendo en la capital.

Tener en mis manos tal documento, va más allá de las emociones,  pues revela de su puño y letra una bonita caligrafía y es la única carta original que se conserva.

 

La magia pervive en la vegetación

En mi grato recorrido, después de leer su carta, pensaba regresar a escribir, pero sentada en el patio frente a la glorieta donde Ignacio y Amalia tejieron sus sueños de amor; encontré algo más de la magia que envuelve a la casona.

Desde 1992, cada primero de agosto allí se realizan las bodas simbólicas de aquel amor idílico, cuentan que la primera pareja en casarse, tuvo  un niño al que llamaron Ignacio y nació el 10 de junio, en el cumpleaños de Amalia, conjugando en el pequeño algo de los dos amantes.

El amor del mambí y la valiente dama realmente fue para siempre, hasta la vegetación del sitio con disimulada manera lo afirma, pues muchos de los árboles y flores que rodean la glorieta  tienen el tallo doble, simulan ambos corazones en un mismo cuerpo.

Por eso el mamey de su epistolario hoy cargado del fruto, creció por encima de los comunes y también con su tronco bifurcado, los románticos suponemos que allí se unen en el abrazo eterno los protagonistas de un amor, más allá del tiempo y la muerte.

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