La ciudad mediterránea del Camagüey desde el siglo XIX marca pauta en su desarrollo arquitectónico por las disímiles construcciones que han llegado hasta nuestros días. Una de ellas es sin lugar a dudas el actual Museo Provincial Ignacio Agramonte, edificio sorprendente por una amplia fachada, portales y el interior con huellas de su pasado colonial cuando funcionaba como Cuartel de Caballería del Ejército Español.
En la antigua región principeña en el siglo XIX se incrementa la defensa militar española. Los lugares de albergue de las tropas regulares del ejército eran generalmente viviendas desprovistas de condiciones para tales menesteres; asimismo, los conventos por su capacidad de hospedaje y similitud estructural pasan a desempeñar también estas funciones.
Las conspiraciones, rebeliones y manifestaciones separatistas en la zona aceleran la determinación de construir en la ciudad el Cuartel de los Lanceros del Rey.
Los primeros proyectos
De 1840 data el primer proyecto. De forma básica se planea la construcción militar; mientras que para 1845, el comandante de ingenieros del distrito militar de Puerto Príncipe, Juan Campuzano, realiza una propuesta para una fuerza de 180 hombres y 150 caballos, aprobada por el ingeniero militar Mariano Carrillo de Albornoz a nombre de la Comandancia de la Isla.
El extenso terreno vendido por Soledad Sánchez Perira en 1845 por 794 pesos y 4 reales permitió el inicio de las labores constructivas que desde un año antes ya tenían subastados los materiales de cal, ladrillos, barro cocido y tejas para la construcción.
La obra parcialmente terminada en 1847 queda concluida un año más tarde. Una inscripción que posee el edificio en su interior recuerda el acontecimiento. Datos ofrecidos por el historiador Juan Torres Lasqueti aseveran que su costo ascendió a setenta mil pesos, cifra significativa para la época pagada con recaudaciones de la Hacienda de la Jurisdicción.
De igual forma, la construcción es considerada la primera obra neoclásica en la historia de la arquitectura camagüeyana. Se distingue por las técnicas constructivas empleadas, el modelo claustral y el patio central como elemento estructurador. Salones para oficiales, las caballerizas, otras dependencias y el cuerpo de dos niveles en la zona central distinguen la edificación castrense.
La ampliación realizada posteriormente de dos baluartes y un tambor afianzan su carácter militar. Sobresalen también las aspilleras defensivas, los sólidos muros revestidos con gran espesor de ladrillo que le servían de parapeto para enlazar la fortificación con la edificación central, el inmenso aljibe, entre otras condiciones que lo convirtieron en uno de los mejores de la Isla.
En 1890, otro proyecto hacia el fondo pretende duplicar su tamaño, pero solo se ejecuta en una mínima porción. Posibilidad y faltas de evidencias objetan la leyenda dentro del imaginario camagüeyano de un túnel secreto que une los cuarteles de Caballería e Infantería.
Un hecho trascendental marca el sitio. Allí se realizó el Consejo de Guerra y sufrieron prisión los patriotas Joaquín Agüero, Fernando de Zayas, Tomás Betancourt y Miguel Benavides. En 1851 son conducidos hasta las cercanías de la Sabana de Méndez para ser fusilados. Una tarja en el edificio del Consejo de Veteranos en 1922 recuerda el acontecimiento para la posteridad.
Al concluir la Guerra hispano-cubana-norteamericana en 1898, parten el 24 de noviembre de ese año los Batallones de Tarragona, Lanceros y Cazadores de Cádiz #22. Cesan las funciones de cuartel para las tropas españolas el 31 de diciembre de ese mismo año.
La siguiente etapa
Adquirido en 1903 en calidad de arrendamiento por la The Cuba Railord Company se convirtió en el Hotel Camagüey, uno de los más importantes de la compañía ferroviaria, con gran lujo y confort para la época. En 1944, el Patronato del Museo Ignacio Agramonte obtiene la sede para hacer realidad el 23 de diciembre de 1955 la inauguración del museo agramontino.
Los cambios de uso han originados variaciones a la primigenia construcción. No obstante, el aljibe, abrevadero y pozo de brocal, los techos de armadura, corredores y galerías con arcadas de medio punto que rodean el patio denotan su antigüedad, desdibujándose épocas y usos en una mixtura cultural que es orgullo de la arquitectura camagüeyana.
Referencias:
– Gerardo Castellanos. Pensando en Agramonte.
– Henry Mazorra. La arquitectura militar en el Camagüey colonial.
– Juan Torres Lasqueti. Colección de Datos Históricos-Geográficos y Estadísticos de Puerto del Príncipe y su Jurisdicción.