El joven soldado Jorgito

Foto: Cortesía de la autora
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El momento en el cual le dijeron que debía cortar su abundante cabello fue su primer choque con la vida militar. Luego acabaron sus largas noches conectado con los amigos del preuniversitario mediante Internet, y el descanso hasta el horario del mediodía. Comenzó la nueva etapa que antecedía a los estudios universitarios.

Después de la previa militar -reducida a 15 días por la situación epidemiológica que aún vivía el país en 2022- Jorge Mario Riverón Lores fue asignado como uno de los diez soldados de la guarnición perimetral en la Delegación del Ministerio del Interior (MININT) en Camagüey.

Era la primera vez que Jorgito se enfrentaba a tanta responsabilidad, pues por esas tres puertas entran y salen cientos de personas al día. De noche, hacen guardia en el perímetro de la unidad; y además, desde allí se coordina el izaje y la recogida de la bandera cubana que corona el edificio, con todos los honores y marchas que lleva la ceremonia.

Un día habitual

Cada jornada comenzaba con la formación. Luego realizaban la organización de la unidad, de los albergues y patios. Allí repartían las labores del día, y a partir de las doce del mediodía entraban a sus dormitorios para descansar entre guardia y guardia.

Cada turno, que oscilaba entre 3 y 9 horas, exigía estar de pie, vigilante y en silencio. Una disciplina estricta.

Cada dos horas, el oficial de guardia revisaba las incidencias y verificaba que las tres posiciones estuvieran cubiertas y en orden.

Según Jorgito, era difícil estar de pie y en atención, sobre todo las noches en las que los mosquitos azotaban. Pero él se fue acostumbrando a las rutinas, pues el apoyo de los oficiales los formó como vigilantes.

La cortesía ante los funcionarios de altos grados militares fue otra de las dificultades que sorteó, pero todo fue fluyendo.

Lo aprendido

En enero de 2023 culminó su Servicio Militar y se incorporó a la carrera de Medicina. Aún no imaginaba cuán útil le resultaría el haber aprendido a aprovechar el tiempo. Ahora se levanta temprano, ya no tarda más de 10 minutos en vestirse, y dice que después de aquellas largas horas de guardia desarrolló una notable resistencia al sueño -lo que le permite estudiar de noche y no dormirse en las guardias médicas.

Su mamá está muy orgullosa, pues la habitación del muchacho siempre está limpia y ordenada; costumbre que adoptó con su paso por el Servicio Militar.

Jorge Mario es un chico alegre y calmado. Avanza con entusiasmo por sus estudios, y ya se interesa por dos especialidades: Cardiología y Ginecología, aunque aún no lo tiene decidido.

Piensa que su paso por el MININT lo hizo mejor persona; que fue una enseñanza para la vida y que allí dejó buenos amigos y profesores que le enseñaron el orden y la disciplina.

El joven soldado es hoy un futuro médico, quien -como dice la canción de Silvio Rodríguez- con su guitarra “suelta al viento su amor y su fe”.

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