Un camagüeyano poco conocido

Fotos: José A. Cortiñas Friman
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Hace unos días de paso por el Casino Campestre, me detuve a saludar a un estudiante de onceno grado, en la escalinata del preuniversitario Álvaro Morel (Charles).

La majestuosidad y belleza del edificio junto a la algarabía de los jóvenes saliendo al receso, me llevó a preguntarme cómo sería en los tiempos del instituto de Segunda Enseñanza ¿Acaso aquella juventud de entonces, (1950-1958) tan formal para pensar en sus ideales, tendría la alegría de los que hoy desbordan el parque de enfrente?

Ante esta y otra interrogante, recordé a Jesús Suárez Gayol, a Cándido González y a tantos otros, que en tiempos de la dictadura de Batista, en esas mismas aulas, pasillos o en el propio parque, organizaban operaciones de la lucha clandestina, con el fin de liberar a la patria.

Entonces le pregunté al estudiante, qué sabía de Álvaro Morel. Su respuesta fue tan breve que deduje lo poco conocido que es este mártir, quien con solo 22 años ofrendó su vida por sus ideales libertarios. Pero recordaba que era de los revolucionarios cercanos a Jesús Suárez y fui hasta “el museo estudiantil” para revivir la historia. Carlos Manuel, el estudiante del preuniversitario me acompañó.

Lo que encontramos

Al cumplir los 14 años, Álvaro ingresa en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey y allí se relaciona con otros jóvenes. Se establece el diálogo entre ellos, discuten, coordinan ideas y acuerdan or­ganizar un núcleo de avanzada. Por sus con­diciones y combatividad se convir­tió en dirigente estudiantil del Instituto poco tiempo después de haber matriculado.

Dada su madurez política, entiende al instante el espíritu del asalto al cuartel Moncada, abraza aquella causa y ve en Fidel Castro el líder esperado, de modo que se convierte en ferviente admirador de la heroica gesta y capta a los mejores muchachos del Instituto para respaldar las ideas del patriótico acontecimiento.

Por aquel entonces estrechó sus vínculos con Cándido González, Jesús Suárez Gayol, Rodolfo Ramírez Esquivel y otros revolucionarios, dispuestos a mantener viva la llama de la insurrección en tierras camagüeyanas.

Cuando se constituye el Movimiento 26 de Julio en Camagüey “Charles” ayuda en todas las tareas. Su actividad en este Movimiento, en una de las etapas más duras de la lucha, coincide con el desembarco del Granma. No tarda en recibir la triste noticia de la caída de su querido compañero -Cándido González. Sabe que si Fidel está vivo, la causa triunfará y se dedica con más ahínco a su labor en la ciudad.

El triste final

Al arraigarse la lucha armada en la Sierra Maestra, contrae nuevas y mayores responsabilidades. Trata inútilmente de incorporarse a la misma. Perseguido implacablemente por la tiranía, toma el camino del exilio y parte para Miami el 8 de octubre de 1957. Aquella experiencia le resultó tan desagradable que el siguiente 28 de enero abandona Estados Unidos con rumbo a México, desde donde pensaba que le resultaría más fácil incorporarse a uno de los grupos con destino a la Sierra.

Desesperado por el anhelo de regresar a Cuba se une a una expedición que carecía de las mejores condiciones y emprende el viaje.

Cerca de Veracruz, el barco sufrió desperfectos en la hélice. “Charles” es el primero que se brinda para reparar la avería. Dinámico y valeroso como era, el muchacho se lanzó al agua con botas y ropas, por el peso desapareció entre las turbulentas corrientes del Golfo de México.

Los ojos de Carlos Manuel

Al repasar esta triste historia, que es similar a la de todos los jóvenes que desde la clandestinidad en la Ciudad de los Tinajones arriesgaron y perdieron la vida por una causa común, veo conmoción en el rostro de mi acompañante, sus ojos expectantes delatan los inquietos pensamientos…

– ¿Carlos Manuel, descubriste algo hermoso en nuestra visita al Museo estudiantil?

– Mucho, me imagino a Álvaro Morel con mi uniforme, lo veo en un pupitre de mi aula y me pregunta qué le parecemos los jóvenes de hoy.

No sé qué diría Charles de estos muchachos, pero creo que deben seguir su ejemplo y esforzarse para dignificar la memoria de Álvaro Morel y construir el futuro luminoso, por el que murieron tantos hijos de esta tierra.

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